Español: Shot informativo. Cultura de prevención para terremotos
26 de mayo de 2014
Guionistas: Carlos Ramos y Lilia Cevallos
Editor: Erick Yáñez
Locutor: Federico Zalten y Edna Castillo
El terremoto de 1985, en la ciudad de México, duró más de dos minutos y provocó daños irreparables: edificios y casas derruidos, estaciones de metro colapsadas y redes de comunicación arruinadas. Murieron más de diez mil personas.
En los ochenta, los materiales de construcción eran diferentes, las reglamentaciones mínimas y la cultura de prevención era nula. Treinta años después, las construcciones son más estables, las reglamentaciones y materiales han cambiado, la gente está más informada acerca de cómo reaccionar y la conciencia ciudadana ha aumentado. Sin embargo, aún hay mucho por hacer en cuanto a cultura de prevención, brigadas civiles y alarmas de prevención. Para mejorar, debemos revisar los cambios que se han hecho a raíz del terremoto de 1985.
Se creó la brigada Topos Tlatelolco, que ha apoyado en desastres naturales a nivel nacional e internacional.
La doctora Lucrecia Pérez, profesora de Estructuras, del Tecnológico de Monterrey, explica que las reglamentaciones han cambiado. Ahora se revisan, desde el punto de vista constructivo y normativo, cómo se preparan se regulan las obras, desde la cimentación hasta la superestructura.
La arquitecta Claudia Tamayo, directora de la carrera de arquitectura en el Tecnológico de Monterrey, dice que desde 1985, todas las construcciones se tienen que alinear para resistir un temblor de 8.5 grados, cuando antes solamente estaban preparados para sismos de 7.5. Las construcciones se rigen por un atlas de riesgo que permiten saber cuáles son las zonas más propensas a sufrir daños en un sismo. De ahí salen las normativas para saber qué materiales se deben utilizar.
La doctora Lucrecia Pérez aclara que a pesar de que hay una normatividad de construcción, a veces, por ahorrar dinero, no se cumple.
En las zonas en las que se concentran los edificios más viejos, como el centro de la ciudad, las condiciones del suelo no pueden soportar estructuras pesadas. Hubo reformas en los edificios públicos, pero no en las construcciones habitacionales. Los acabados y las cornisas podrían ser un riesgo durante un sismo, porque pueden caer y lastimar a quienes estén en la calle.
Las autoridades juegan un papel crucial durante y después de un sismo. Gerardo Serrano, director de seguridad del Tecnológico de Monterrey, comenta que Protección Civil emite lineamientos y programas internos y que todo lugar donde haya concentraciones de personas, como escuelas y oficinas, se debe tener un programa interno a seguir antes, durante y después de un sismo. Así, se organizan simulacros, formaciones de brigadas, planeaciones, comités de protección civil. Sin embargo, no se puede informar a quien no quiere ser informado. Por eso es importante, estar al tanto de la información disponible acerca de qué se debe hacer en caso de sismo.
El pánico y el sobresalto, por más informada que esté la sociedad, pueden hacer que la situación se salga de control. Protección Civil debe actuar con toda calma para demostrar que son expertos en el tema, pero la seguridad no recae del todo en ellos. La sociedad tiene ser responsable e informarse y hacer un trabajo conjunto con las autoridades.
Claudia Tamayo, comenta que a través de los simulacros se fomenta una cultura sobre qué acciones tomar en caso de sismo. Lucrecia Pérez nos invita a no tomar los simulacros como broma. Recomienda que, en caso de sismo, busquemos el triángulo de la vida (espacio entre una pared y un mueble rígido en el cual nos podamos proteger para no ser aplastados en un derrumbe).
Durante un sismo, la diferencia entre un saldo blanco y una catástrofe, es que los ciudadanos estén informados.